En Cataluña se vive una gran paradoja entre dos gobiernos, el español y el catalán. Ante el embate del 155 el Gobierno español procura prohibir todo lo vinculado al proceso separatista, sea o no tumultuoso o pacífico. Resulta obvio que este gobierno español no logra representar a la mayoría ciudadana en Cataluña, sobretodo a la independentista. Y he aquí una paradoja difícil de resolver. Tanto el Gobierno español como el catalán defienden la democracia. El español prohibiendo comicios separatistas, opiniones en los medios y libertad a los líderes catalanistas. El gobierno catalán, en cambio, defiende un referèndum, permite el debate de los unionistas y su libertad de expresión. Resulta imperioso definir qué es democracia entonces para saber quien lleva la razón. De nacionalistas ambos lo son, unos nacionalistas españoles y los otros catalanes, pero el asunto es quien tiene más peso moral que el otro, que no legal. Y ya sabemos que las leyes no siempre son morales. Por un lado muchos decretos del PP benefician los intereses de una elite española en detrimento de la mayoría nacional. Y por el otro, PSOE, Cd’s y PP se han puesto de acuerdo en pasar a los jueces del supremo el derecho a votar de todos los catalanes, unionistas o independentistas, sin que sepamos que querrá el pueblo catalán para su futuro. La democracia, y desde su fundamento ilustrado, defiende la separación de poderes en el Estado. España y su monarquía, si se creen realmente democráticas, deben mejorar esos fundamentos.
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